El jabón y el camino hacia la higiene

Al pasar por la comunidad de Bantuma puedes observar que las mujeres son las encargadas de venderlo todo. A los hombres puedes encontrarlos en los barcos, jugando al billar o tomando una cerveza. Las mujeres pelean los precios, llevan en brazos a sus bebés y trabajan en limpiar el pescado para venderlo.

Lo vemos todo: sangre, polvo, plástico, bolsas, restos de comida. No hay separación de residuos, no hay reciclaje, no existen los cestos, no existe la higiene, eso lo dejamos para otro momento. Es una comunidad como las miles que podemos encontrar en Ghana, una comunidad que convive con la falta de saneamiento. El agua potable es un bien de lujo en estas comunidades. La falta de higiene sumado al uso de agua contaminada es la causa principal de contagio de las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETDs).

Unas madres pasean con agua en la cabeza, unos niños juegan y sonríen con la arena. Los hombres toman una cerveza o esperan a que pase el tiempo. El inicio de una nueva semana esta cerca: hay que recargar energías, agua, comida y víveres.

La coca cola siempre está, pero lo que necesitan las familias ghanesas no siempre es alcanzable. Nos encontramos con un grupo de mujeres de todas las edades. Encontramos el movimiento, los materiales, el caos y el orden a la vez. Todo es uno. Todo es Ghana.

Hace no mucho estas mujeres decidieron comenzar un negocio. Uno que sirva para la comunidad, pero que sea rentable. Un negocio distinto. De esos que sirven. De los que dan sonrisas y dan vida. De esos negocios que queremos que sigan existiendo. El negocio del jabón.

“Todas las familias necesitan jabón. Te permite cocinar porque puedes lavar. El baño es distinto con un jabón. Puedes tener ropa limpia. Y no solo eso, sino que todas las familias usan mucho a diario. Poder hacerlo aquí para nuestra comunidad permite que no debamos irnos a otros lados a comprarlo”, atina a comentar Airen de 17 años.

Es una necesidad pero también es un negocio para las mujeres. Todas las semanas se encuentran al menos veintes mujeres para comenzar un proceso personal, un camino distinto al de millones de mujeres ghanesas. Entre ellas buscan los ingredientes, mezclan, charlan, se divierten. Ellas trabajan para ellas mismas, pero saben que trabajan para cambiar una nación. Un jabón parece simple, parece que no lo cambia mucho. Pero en un contexto donde el higiene no parece encontrar rumbo, un jabón es la puerta de entrada a una nación distinta.

Al verla no es especial, no es distinta a las tantas otras escuelas: aulas para al menos cien personas, una sala de profesores, una pequeña oficina de dirección con todo el cronograma anotado, frases que emulan a que la educación es la llave para cambiar el mundo.

Pero si es especial que en cada salida al patio hay una estación de lavado. En cada una de ellas podemos encontrar una canilla con un jabón por delante. Para muchos podría no ser especial, podría parecer lo lógico pero aquí no. Aquí un jabón y un grifo son la puerta para combatir las Enfermedades Tropicales Desatendidas.

Parece simple: grifo, agua, un poco de jabón, y a la vida. Pero ¿qué sucede cuando no siempre hay agua, o cuando el jabón no esta allí? ¿Donde queda la higiene? ¿Cómo desinfectamos una herida? ¿Cómo prevenimos una enfermedad?

Los alumnos salen a disfrutar del patio, el sol esta alto y el calor sofoca. Muchos de ellos no pueden permitirse un baño a diario, otros utilizan el agua únicamente para cocinar, algunos tantos comparten el jabón entre vecinos. Parece simple, pero no lo es. El jabón cuesta unos pocos dólares pero es la puerta para permitirse una cocina, un baño o ropa limpia. Al terminar, las docentes reúnen a su grupo de alumnos al lado de una estación sanitaria. Los jabones toman su protagonismo, el balde es un oasis que no muchas veces encontramos y el agua se convierte en vida para estos niños. Un poco de agua en las manos, luego el jabón por todas ellas. Nuevamente agua para fregarse entre cada dedo. Unos minutos por cada mano para quitar toda la suciedad. Nuevamente agua y a la clase. Parece simple, pero no lo es.

Docy me mira ante la pregunta. Estamos sentados en uno de los pasillos de la escuela, detrás de ella podemos ver una de sus tantas victorias: las estaciones sanitarias. Venimos conversando hace un rato, sonríe y finalmente me responde: “Si educas a una mujer, educas una nación”.

Trabaja a diario para empoderar a jóvenes mujeres para que salgan de las tareas del hogar. Me comenta que en Ghana es difícil que las mujeres salgan del día a día que supone cocinar, lavar lo que tengan por delante, educar a los niños y esposos. “A las ghanesas nos mantienen en la casa. Yo quiero romper con eso, porque con nosotras podemos educar una nación”.

Esta es una de las razones por las que fundó el negocio del jabón. Va más allá de una simple tarea. Sabe que la ruta de ese jabón es el hogar de cada una de esas mujeres que aprenden de higiene, de negocios, de comenzar otras actividades. Conoce el contexto de su país, entiende que el camino para higienizar una nación es a través de las mujeres. Ellas son las que aprenden y enseñan a sus familias. Un jabón parece simple, pero es capaz de cambiarlo todo. Un jabón parece simple, pero no lo es.