En busca de la mejora de la educación en África

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África avanza en la educación de sus jóvenes. Por un lado incorporando la equidad como valor primordial. Por otro, con acciones pioneras que buscan paliar las carencias de la educación a través de la innovación tecnológica.

África, siempre ejemplo de superación y resiliencia, crece a través de sus jóvenes. Y estos, a través de una educación que está poniendo el foco en valores tan necesarios como la inclusión, la calidad y la pertinencia y la equidad. Son las direcciones de la reciente Cumbre sobre la Transformación de la Educación, en la que se situaba la equidad como elemento central de la educación de calidad para todas y todos. Como una manera de construir un futuro mejor y próspero para los niños del continente.

La innovación digital y el futuro de la enseñanza en África

Otro vector clave es la innovación. En ese campo es muy prematuro hablar de despegue —algo que sí se hace en materia económica argumentando el razonable aumento del PIB—, pero en materia de educación se puede destacar que, a pesar de la devastación económica y social que ha causado la pandemia de COVID‐19, África ha aprovechado en cierta medida la oportunidad para innovarse y digitalizarse.

Ordenadores en campos de refugiados: una experiencia pionera

ACNUR lleva años apostando por modernizar tecnológicamente los recursos educativos para mejorar la calidad de la educación en África. Además, la tecnología también se usa para capacitar a los maestros, mejorar la evaluación del aprendizaje y las habilidades digitales, y proporcionar nuevas oportunidades para el autoaprendizaje. Un ejemplo de esto se puede ver desde hace unos años en el complejo de Dadaab (Kenia), donde la iniciativa Instant Network School (INS) ha logrado llevar la educación online y la conexión a Internet a sus campos de refugiados.

Algunas de las escuelas y centros comunitarios de este enclave han recibido kits con tabletas, baterías solares, una red satélite o móvil y una serie de programas y apoyo pedagógico para el aprendizaje on-line. Este programa, ya decano, ha logrado motivar tanto a profesores como estudiantes, y se ha visto ampliado a 31 centros en otros países de la región como Tanzania, Sudán del Sur y la República Democrática del Congo.

Jacqueline Strecker, coordinadora del Laboratorio de Innovación de ACNUR en Nairobi, ha apuntado que “tanto estudiantes como profesores dicen que el programa ha aumentado su motivación. Los profesores también se muestran más entusiasmados de venir a la escuela y sienten que están recibiendo más apoyo”.

El futuro de la enseñanza en África

Aún queda mucho por hacer: no puede obviarse que África Subsahariana tiene la mayor población sin escolarizar del mundo. Uno de cada cinco niños en edad de cursar la educación primaria y más de la mitad de los adolescentes en edad de cursar la educación secundaria superior no asisten a la escuela.

Por otro lado, en materia digital, como dice Cristina Duarte (Asesora Especial para África del Secretario General de las Naciones Unidas António Guterres, y ex Ministra de Hacienda de Cabo Verde), “la lenta difusión de Internet también le impide al continente superar con facilidad obstáculos del desarrollo sostenible. Para generar un crecimiento transformativo, la digitalización no puede ser un privilegio de la sociedad civil y el sector privado. La brecha socioeconómica en África alimenta la brecha digital, y viceversa. Las autoridades tienen que dar un fuerte impulso a la digitalización para desencadenar una transformación estructural”.

En su informe “Tecnología digital, pandemia y resultados educativos en África” para Global Dev, los ghaneanos Charles Yam Okyere y Benjamin Musah Abu destacan también que “África está progresando en el uso de las TIC en todos los aspectos de la vida. Pero el progreso ha sido mucho más lento que en otras partes del mundo por el escaso acceso a la infraestructura. Por lo tanto, la inversión en TIC para la educación en África debe emprenderse como un “paquete” que incluya la prestación de servicios complementarios como edificios escolares, electricidad y recursos humanos”.

En resumen, debe hablarse de la necesidad urgente de inversión pública en tecnologías de la información y la comunicación para abordar las implicaciones a corto, mediano y largo plazo de la pandemia, lo que aumenta notablemente las desigualdades educativas. El sector privado y los donantes deben complementar estos esfuerzos iniciando paquetes de tecnología digital en las instituciones educativas de África. Ese impulso será de enorme ayuda para una juventud que avanza con tesón: que se supera día a día.

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